miércoles, 24 de diciembre de 2014

Los celos enfermizos

LOS CELOS



Hoy hablaremos de un mal que hace mucho daño a las familias. La ciencia médica no se ocupaba antes de trastornos como los celos neuróticos. Pero desde que se conocen sus mecanismos psicológicos se pueden evitar y suprimir perfectamente. Los celos, como casi todo el mundo sabe, son un estado de inquietud, disgusto e incluso rabia que se siente cuando se teme perder el amor o afecto de la persona amada y que ésta mude su cariño poniéndolo en otro. Para comprender bien lo que son los celos hay que saber que convergen en ellos emociones distintas, principalmente tristeza e ira, y que además pueden complicarse  por la mezcla de miedo o por la acentuación de un eventual sentimiento de inferioridad o de orgullo ofendido al sentirse abandonado e incluso traicionado.
Lo importante no es el cariz de las emociones sino que todas ellas pueden cegar la inteligencia y desfigurar la realidad de tal modo, que hagan surgir sospechas donde realmente no existen motivos, dando lugar a los llamados celos infundados, que son manifestación o síntoma de que la persona sufre complejos de inseguridad y otros componentes neuróticos.
Los celos pueden presentarse en muy diversas circunstancias y estados. Los más divulgados son los que surgen entre novios o casados, al sospechar que el amado quiere a otro.
También son muy frecuentes los celos en la infancia. ¿Quién no conoce a un niño celoso por el nacimiento de un hermanito menor? El niño mayor se considera un rey destronado: teme perder los cuidados y el cariño de sus padres al ser dirigidos éstos hacia el pequeñín.
También pueden sentirse celos por otras circunstancias: el marido puede sentir celos de los hijos, por temer que éstos le roben el amor de su esposa; es frecuente que la madre tenga celos de la hija política; o bien la hermana de la cuñada; o la joven esposa de su suegra; y así podríamos poner muchos ejemplos, puesto que los celos están muy extendidos.
Claro está que en los celos se pueden distinguir muchos grados. Tenerlos en grado ligero, ante hechos sospechosos, puede considerarse prácticamente normal, pues casi no hay nadie que no sea capaz de sentirlos. Incluso unos ligeros celos (sin exageración) suelen halagar a la mujer, la cual ve en esta actitud una prueba de que el hombre la quiere. Esto ocurre con mayor frecuencia en los países latinos que en los nórdicos.
En el extremo opuesto figuran los celos enfermizos, neuróticos, que son aquellos que se presentan sin causa justificada, o que son desproporcionados al leve motivo que los origina y que a la mayoría de las personas las dejaría indiferentes. Por ejemplo, un hombre que tenga celos de que la mujer salga un momento a la calle a comprar pan, se asome a la ventana, o hable por teléfono; o de que yendo por la calle la mire algún hombre, alguien se le acerque demasiado en el autobús, o ella devuelva un saludo o una sonrisa; tenga conocidos, o hable con un amigo de la familia, etc. Estos casos de celos totalmente injustificados y absurdos son síntomas de una neurosis grave. Lo curioso es que, como ocurre en toda neurosis, al paciente le cuesta reconocer que su concepción de los hechos está deformada y que sus celos son absurdos.
Es importante conocer y curar este síntoma neurótico tan frecuente, ya que puede reportar numerosos perjuicios al bienestar y a la felicidad de las personas.

Adelante hablaremos de los peligros de los celos enfermizos, causas y soluciones.

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