EL AFÁN NEURÓTICO DE RIQUEZA
Y LUJO
Se dice que en nuestra época abundan las tendencias materialistas, esto
es, el deseo inmoderado de adquirir bienes materiales con menosprecio del
talento, la educación, la cultura, la bondad y otras cualidades personales. En
virtud de esa tendencia sumamente arraigada, muchísimas personas intentan
conseguir y acumular a toda costa, algunos sin escrúpulos, bienes materiales en
exceso: grandes fortunas, lujo desmesurado, etc., de los que muchas veces ni siquiera
pueden disfrutar.
¿Cuál es la cauda de esta tendencia general por el materialismo? Es, en
la mayoría de los casos, debida a un complejo al cual podríamos nombrar como “complejo
de riqueza”. Se ha comprobado que en la personalidad víctima de este complejo
existen ideas perturbadoras de inseguridad interna (generalmente inconsciente).
La inseguridad demuestra poca confianza en las propias fuerzas y en
compensación, automáticamente hace nacer el deseo de adquirir riqueza, que es
símbolo del poder. Dicho en otras palabras, la persona piensa que teniendo
mucho dinero logrará una mayor seguridad personal, un mayor bienestar y una autoafirmación.
Por un proceso mental, la persona desconoce
el origen del impulso que le hace ser demasiado ambiciosa.
El vertiginoso avance de la industria en los últimos tiempos ha
contribuido sin duda a fomentar las tendencias materialistas actuales.
La propaganda comercial, tan hábilmente presentada, ha hecho despertar
interés por un sinfín de artículos y aparatos (unos muy útiles, otros inútiles
y otros francamente perjudiciales), capaces de proporcionar placeres y
comodidades, las cuales únicamente se pueden conseguir con dinero.
Por este afán de placer y comodidad, y también para poder vanagloriarse
y presumir ante los demás, nace en la mayoría de los seres humanos el ansia de
ganar más dinero del necesario para vivir.
En nuestros tiempos, el camino del bienestar material está abierto para
mayor número de personas que unos años atrás, he ahí por qué hay tantos seres
contaminados por una ambición compulsiva y neurótica, los cuales entran en la
carrera agotadora de la competición. Muchos de ellos, antes de triunfar,
pierden la salud.
En nuestra civilización actual materializada incluso desde la infancia
se inculca a las personas la idea del éxito en el trabajo, el noviazgo y los
estudios, así como la de tener muchas riquezas.
Casi todos los
individuos llegan a la edad adulta sugestionados por un pensamiento: primero,
adquirir fortuna, y luego, con el dinero, ya se resolverán todos los demás
problemas. Tal mentalidad se refleja las esferas sociales e intelectuales.
Constantemente aparecen libros desarrollando temas que avivan la ambición. También
en el cine abunda el tipo de héroe que hace fortuna de la nada y que, como resultado
de su éxito, enamora a la mujer ideal.
Si la sociedad estimase
por encima de todo las cualidades más elevadas del ser humano, entonces la
sugestión de la riqueza perdería mucho de su fuerza.
Todos estos motivos
generalmente ya son conocidos por la persona víctima de este complejo. En
cambio, lo que ella ignora es el origen inconsciente de las poderosas fuerzas
que la impulsan a comportarse de aquel modo.
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