LOS
CELOS
Hoy hablaremos de un mal
que hace mucho daño a las familias. La ciencia médica no se ocupaba antes de
trastornos como los celos neuróticos. Pero desde que se conocen sus mecanismos psicológicos se pueden evitar y suprimir perfectamente. Los celos, como casi
todo el mundo sabe, son un estado de inquietud, disgusto e incluso rabia que se
siente cuando se teme perder el amor o afecto de la persona amada y que ésta
mude su cariño poniéndolo en otro. Para comprender bien lo que son los celos
hay que saber que convergen en ellos emociones distintas, principalmente
tristeza e ira, y que además pueden complicarse por la mezcla de miedo o por la acentuación de
un eventual sentimiento de inferioridad o de orgullo ofendido al sentirse
abandonado e incluso traicionado.
Lo importante no es el
cariz de las emociones sino que todas ellas pueden cegar la inteligencia y
desfigurar la realidad de tal modo, que hagan surgir sospechas donde realmente
no existen motivos, dando lugar a los llamados celos infundados, que son
manifestación o síntoma de que la persona sufre complejos de inseguridad y
otros componentes neuróticos.
Los celos pueden
presentarse en muy diversas circunstancias y estados. Los más divulgados son
los que surgen entre novios o casados, al sospechar que el amado quiere a otro.
También son muy
frecuentes los celos en la infancia. ¿Quién no conoce a un niño celoso por el
nacimiento de un hermanito menor? El niño mayor se considera un rey destronado:
teme perder los cuidados y el cariño de sus padres al ser dirigidos éstos hacia
el pequeñín.
También pueden sentirse
celos por otras circunstancias: el marido puede sentir celos de los hijos, por
temer que éstos le roben el amor de su esposa; es frecuente que la madre tenga
celos de la hija política; o bien la hermana de la cuñada; o la joven esposa de
su suegra; y así podríamos poner muchos ejemplos, puesto que los celos están
muy extendidos.
Claro está que en los
celos se pueden distinguir muchos grados. Tenerlos en grado ligero, ante hechos
sospechosos, puede considerarse prácticamente normal, pues casi no hay nadie
que no sea capaz de sentirlos. Incluso unos ligeros celos (sin exageración)
suelen halagar a la mujer, la cual ve en esta actitud una prueba de que el
hombre la quiere. Esto ocurre con mayor frecuencia en los países latinos que en
los nórdicos.
En el extremo opuesto
figuran los celos enfermizos, neuróticos, que son aquellos que se presentan sin
causa justificada, o que son desproporcionados al leve motivo que los origina y
que a la mayoría de las personas las dejaría indiferentes. Por ejemplo, un
hombre que tenga celos de que la mujer salga un momento a la calle a comprar
pan, se asome a la ventana, o hable por teléfono; o de que yendo por la calle
la mire algún hombre, alguien se le acerque demasiado en el autobús, o ella
devuelva un saludo o una sonrisa; tenga conocidos, o hable con un amigo de la
familia, etc. Estos casos de celos totalmente injustificados y absurdos son
síntomas de una neurosis grave. Lo curioso es que, como ocurre en toda
neurosis, al paciente le cuesta reconocer que su concepción de los hechos está
deformada y que sus celos son absurdos.
Es importante conocer y
curar este síntoma neurótico tan frecuente, ya que puede reportar numerosos
perjuicios al bienestar y a la felicidad de las personas.
Adelante hablaremos de
los peligros de los celos enfermizos, causas y soluciones.
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