viernes, 21 de noviembre de 2014

Los Sueños

LOS SUEÑOS


Desde los orígenes más remotos el hombre se ha preguntado qué significado tienen los hechos que le ocurren durante el sueño, de dónde proviene esa especie de pantalla cinematográfica en la que se suceden toda clase de imágenes tristes, alegres, fantásticas o misteriosas. Casi todas ellas siempre ilógicas en apariencia, pero, en definitiva, con fuerza suficiente para darnos placer a veces, y otras, miedo. Lo más importante, sin duda, es el hecho de que en el sueño  todo se produce sin intervención de la propia voluntad, sin el consentimiento del sujeto que a veces está excluido del propio sueño. Y, sin embargo, de forma indirecta, es el protagonista de su sueño, sea éste el que sea.

La explicación que Sigmund Freud ofrece en “La interpretación de los sueños” forma parte importante de su teoría general sobre el funcionamiento de la psiquis, por lo que es imposible tocar este tema sin tener en cuenta los postulados freudianos. Según ellos, el niño adopta un código ético, o norma moral, influido por una presión exterior, ya sea familiar o social, suplantando así el principio del placer por el de realidad; entonces, el primero busca una manera de desarrollarse, y el camino directo surge a través del sueño.

El lenguaje visual del sueño posee un sentido único que nunca corresponde con la imagen del sujeto despierto, es decir, que lo que nos causa miedo en un sueño nos puede dejar impávidos en nuestra vida cotidiana o viceversa. En otros casos, mezclamos el pasado con el presente, o recordamos acontecimientos o cosas que en la realidad nunca han pasado por nuestra mente. Como todo esto tiene su significado oculto, este lenguaje de los símbolos oníricos necesita ser traducido a la lógica de nuestro consiente.

Veamos algunos ejemplos: un individuo corre en su sueño hacia una meta a la que nunca consigue llegar. Esto refleja claramente su frustración por no haber sabido aprovechar una oportunidad que se le escapó de las manos o la dejó pasar. Diferentes imágenes eróticas pueden no tener ninguna relación con problemas sexuales en la realidad, y otros símbolos que en el mundo real no tienen ese significado, pueden aparecer en nuestros sueños simbolizando determinado problema sexual. La presencia de la madre en el sueño, para una mujer, puede señalar su propia vida; para un hombre, puede ser la prueba de un complejo o desvío sexual. El caballo es símbolo de vida y muerte, y también de la sexualidad. Soñar con escaleras proyecta el nexo entre facetas diversas de la propia personalidad y sus posibles conflictos, y la cárcel refleja problemas de orden interior.

Los sueños pueden ser también presentimientos, porque el ser humano confía al subconsciente todo lo que ni su propio consiente conoce, y un ejemplo de ello puede ser el caso del presidente Lincoln, quien soñó dos días antes su propio asesinato; pueden ser revelaciones, como le pasó a Miguel Ángel, a quien los sueños le revelaban las formas escultóricas que más tarde creaba.

Las supersticiones generalmente se mezclan con la explicación de los sueños, aunque hacerlo es un error, ya que se le resta valor a su contenido onírico por ser una manifestación totalmente científica, como así lo han probado investigadores de incalculable prestigio en todo el mundo.

La naturaleza de los sueños constituye un conglomerado fantástico, inexplorado, misterioso, pero pleno de realidades, a la cual no le debemos temer, sino por el contrario, tenemos que acercarnos  para interpretarla, traduciendo su infinito lenguaje al nuestro, siempre con la ayuda de un profesional, para no dejarnos atemorizar ni dominar por sus complicadas características.

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