LOS SUEÑOS
Desde los orígenes más remotos el hombre se ha preguntado qué
significado tienen los hechos que le ocurren durante el sueño, de dónde
proviene esa especie de pantalla cinematográfica en la que se suceden toda
clase de imágenes tristes, alegres, fantásticas o misteriosas. Casi todas ellas
siempre ilógicas en apariencia, pero, en definitiva, con fuerza suficiente para
darnos placer a veces, y otras, miedo. Lo más importante, sin duda, es el hecho
de que en el sueño todo se produce sin
intervención de la propia voluntad, sin el consentimiento del sujeto que a
veces está excluido del propio sueño. Y, sin embargo, de forma indirecta, es el
protagonista de su sueño, sea éste el que sea.
La explicación que Sigmund Freud ofrece en “La interpretación de los
sueños” forma parte importante de su teoría general sobre el funcionamiento de
la psiquis, por lo que es imposible tocar este tema sin tener en cuenta los
postulados freudianos. Según ellos, el niño adopta un código ético, o norma
moral, influido por una presión exterior, ya sea familiar o social, suplantando
así el principio del placer por el de realidad; entonces, el primero busca una
manera de desarrollarse, y el camino directo surge a través del sueño.
El lenguaje visual del sueño posee un sentido único que nunca
corresponde con la imagen del sujeto despierto, es decir, que lo que nos causa
miedo en un sueño nos puede dejar impávidos en nuestra vida cotidiana o
viceversa. En otros casos, mezclamos el pasado con el presente, o recordamos
acontecimientos o cosas que en la realidad nunca han pasado por nuestra mente.
Como todo esto tiene su significado oculto, este lenguaje de los símbolos
oníricos necesita ser traducido a la lógica de nuestro consiente.
Veamos algunos ejemplos: un individuo corre en su sueño hacia una meta
a la que nunca consigue llegar. Esto refleja claramente su frustración por no
haber sabido aprovechar una oportunidad que se le escapó de las manos o la dejó
pasar. Diferentes imágenes eróticas pueden no tener ninguna relación con problemas
sexuales en la realidad, y otros símbolos que en el mundo real no tienen ese
significado, pueden aparecer en nuestros sueños simbolizando determinado
problema sexual. La presencia de la madre en el sueño, para una mujer, puede
señalar su propia vida; para un hombre, puede ser la prueba de un complejo o
desvío sexual. El caballo es símbolo de vida y muerte, y también de la
sexualidad. Soñar con escaleras proyecta el nexo entre facetas diversas de la
propia personalidad y sus posibles conflictos, y la cárcel refleja problemas de
orden interior.
Los sueños pueden ser también presentimientos, porque el ser humano
confía al subconsciente todo lo que ni su propio consiente conoce, y un ejemplo
de ello puede ser el caso del presidente Lincoln, quien soñó dos días antes su
propio asesinato; pueden ser revelaciones, como le pasó a Miguel Ángel, a quien
los sueños le revelaban las formas escultóricas que más tarde creaba.
Las supersticiones generalmente se mezclan con la explicación de los
sueños,
aunque hacerlo es un error, ya que se le resta valor a su contenido onírico por
ser una manifestación totalmente científica, como así lo han probado
investigadores de incalculable prestigio en todo el mundo.
La naturaleza de los
sueños constituye un conglomerado fantástico, inexplorado, misterioso, pero
pleno de realidades, a la cual no le debemos temer, sino por el contrario,
tenemos que acercarnos para
interpretarla, traduciendo su infinito lenguaje al nuestro, siempre con la
ayuda de un profesional, para no dejarnos atemorizar ni dominar por sus
complicadas características.
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