Para la mayor parte de las personas, “astrología” y “predicciones” son dos
términos que van de la mano. En efecto, la astrología dominante desde hace
cientos de años se ha basado en el intento por conocer (y controlar) el futuro,
lo cual a su vez a conducido en gran parte al rechazo y escepticismo de grandes
sectores de la población. Afortunadamente, desde hace algunas décadas eso está
empezando a cambiar.
Es muy común, por ejemplo, el “recetar” viajes a determinados lugares en la
fecha de cumpleaños con el objeto de cambiar la energía dominante del año y
hacerla más agradable a la persona –cuestión que vale la pena explorar en
entradas futuras. Pero, independientemente de la confiabilidad de tales
prácticas, ¿cuáles son los riesgos y beneficios, de haberlos, de realizar
predicciones?
En primer lugar, hay que distinguir dos tipos de predicciones: las
positivas y las negativas, lo cual no es sino otra forma de decir: las que nos
gustan y las que no. Las predicciones que no nos gustan tienen la
particularidad de provocar temor en quien las escucha. Nadie recibe la noticia
de que va a sufrir un accidente o un revés profesional o amoroso sin cierta
trepidación. El temor, a su vez, tiene como consecuencia que la atención se
centre en dicho evento posible con mucha intensidad, lo cual se convierte por
su parte en un factor que contribuye a que dicho evento suceda. Es la maldición
de las profecías autocomplacientes.
Por ejemplo: cuando fulanito escucha la predicción de un astrólogo de que
se va a romper un dedo en tales fechas, decide faltar al trabajo y encerrarse
en su casa durante dicho período. Mientras plancha su ropa pensando si habrá
logrado escapar a la influencia de los astros y especulando sobre cómo podría
llegar a tener un accidente tal, se quema el dedo con la plancha. Al enterarse,
el astrólogo considera que lo ocurrido se acerca lo suficiente a su predicción
y se anota una palomita.
El otro caso es el de las predicciones favorables. El peligro en este caso
es similar al de recibir demasiados cumplidos y adulaciones: el de caer en la
complacencia. Ejemplo: a fulanita el astrólogo le dice que va a conocer a un
hombre perfecto para ella. Esa tarde, cuando una amiga le pide que la acompañe
a ver un departamento, ella se rehúsa, pues quiere ir al salón a arreglarse con
vistas a su encuentro futuro. De esta forma se pierde de conocer al agente de
bienes raíces, que hubiera sido perfecto para ella.
Sobra decir que, además de todo esto, si la predicción era equivocada desde
un principio, hemos derrochado una gran cantidad de energía especulando (o en
el salón) que podríamos haber empleado en nuestro beneficio.
El mejor momento para vivir y para estar preparado para cualquier evento
que pueda suceder, es el aquí y ahora. Cuando estamos absortos en el porvenir o
en el pasado es cuando somos más vulnerables a cualquier imprevisto, y menos
capaces de responder adecuadamente a él. Las predicciones llevan nuestra
energía a la mente en momentos en que quizá debiera estar en otro sitio –en nuestros
sentidos, por ejemplo. Considero que la labor del astrólogo es evitar esto y,
en la medida de lo posible, enraizar al cliente en el presente.
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